Rubén Borré: Un artista con profundo compromiso
Presentamos una nota realizada al artista plástico Rubén Borré. Por Celeste Bustos
Rubén Borré, pintor, dibujante y escultor nacional, fue entrevistado desde nuestro Diario donde habló sobre su obra, sus compromisos y luchas culturales, políticos y sociales.
-¿Cuándo inició su camino artístico?
-En primer lugar, me parece que lo artístico viene después. Lo que en realidad lo empieza a preocupar a uno, en primera instancia, es la creatividad. Creo que uno va en búsqueda de qué herramientas les sirve para expresarse. Y yo, hice todas esas cosas. Pero a los 16, 17 años ya empecé a pintar y no paré nunca más.
Yo creo que uno, en realidad, busca la creatividad. Después si es arte o no es arte, es otro tema. Pero yo comencé a esa edad y comencé también poco a poco a formarme de una manera académica. No me autodenominé nunca como un autodidacta. Siempre fui formado… he tenido muchos maestros, he estudiado.
Tenía un maestro que me decía: “Yo no creo en los impermeables, yo creo en los permeables” y uno va, como una esponja, absorbiendo. Y absorbiendo en una línea en la que nuestra preocupación era el arte nacional, la cuestión de la identidad.
Tenemos un escenario de teóricos muy propensos a buscar lo que está pasando de manera internacional, por fuera, y no de mirar para adentro. Y a mi me parece que lo único que nos puede salvar es el mirar para adentro. Y eso nos pasó desde la conquista española, hasta la generación del 80’ que mandó a formar a todos los artistas a Europa.
La invasión europea, de alguna manera, dividió las aguas y dijo: “Bueno, todo lo que viene de Europa, es arte. Y todo lo que viene de nuestra América, es artesanía”. Y de esa manera, dividió las aguas del arte. Eso es lo que vivieron los intelectuales y los políticos de la generación del 80’. Entonces, todos los artistas se formaban afuera y después venían acá y acá crecía de alguna manera esa semilla que traían de allá.
Hubo una pequeña transgresión. Muchos de los que volvieron cambiaron la estética. El caso de Berni, por ejemplo, es muy interesante. Cuando Berni regresa de Francia, siendo un artista Rosarino que no tiene formación académica. Berni se formó en un taller en Rosario y tenía grandes condiciones, obtuvo una beca y se fue. Cuando vuelve, vuelve surrealista. Pero vos fíjate que lo curioso es que, Berni, cambia su estética y crea dos obras que son radicales. Esas obras son “Desocupados” y “La manifestación”.
En el 34’ manda al premio nacional “Desocupados”, después de haber tenido una exitosa muestra en Buenos Aires como surrealista. Pero el cambia y lo rechazan. No le aceptan la obra. Y lo rechazan porque había roto el mandato. Eso es muy interesante y largo de contarte. Pero yo creo que ahí, esta separación de arte y artesanía es muy fuerte. ¿Por qué quien dice que el tejido de nuestros pueblos originarios no es arte?
Y bueno, esa es mi línea de formación. Es una línea estética que viene cargada de ética. Volviendo a la pregunta inicial, creo que mi formación no pasa pura y exclusivamente por saber que el dibujo es línea, curva y el color, etc. Yo creo que uno aprende a pintar viendo cine, viendo teatro, estudiando historia, comprometiéndose con el otro y con lo social.
-¿Usted considera que hay intelectualidad en su arte?
-Si, claro. Mi obra tiene un relato. No es el abstracto puro, no es el color por el color. Sino que es un relato de contenido social. Más en el dibujo. Pero de todas maneras en la pintura también.
-¿Hay alguna diferencia en su dibujo y en su pintura?
-Si. Yo creo que le dibujo mío es muy temático sin llegar a ser literario. Yo considero que el arte contemporáneo tiene la suerte de poder separarse de la literatura. Antes siempre había un relato literario. Ahora la pintura y el dibujo se expresan en un lenguaje propio; no necesita “contar”.
En el caso de mi dibujo, yo creo que sí. Como yo trabajo mucho las ilustraciones, me tengo que agarrar un poco de las temáticas para contar. El dibujo es “sacar a pasear la línea” porque uno saca a pasear la línea, pero todos la sacan a pasear de una manera distinta. El dibujo para mi es parte de la biografía del autor.
-¿Quiénes vendrían a ser sus referentes?
-Serian Berni, Carlos Alonso... y muchos otros más. Hay un artista tucumano también que se llama Gramajo Gutiérrez y me interesa mucho porque es un tipo que no le debe nada a la cultura europea. Por lo general, los grandes artistas le deben algo.
Hay una realidad y es que los artistas de nuestras provincias terminan viniendo a la Capital porque Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires. Se copió de alguna manera todo lo que hizo Europa: hay un centro de una periferia. Nosotros somos centro y todo lo demás es periferia. La intelectualidad porteña repitió lo mismo.
Hay muchos grandes artistas. Muchos han sido olvidados porque, justamente, no siguieron la ruta de los teóricos europeizantes.
-¿Tiene un conteo de la cantidad de obra que ha creado?
-De la cantidad de obras que tengo, la verdad es que no tengo un conteo. Tenía un proyecto que era justamente una muestra de mi obra en retrospectiva donde había pensado colgar entre 300 a 350 obras. No sé, yo debo de tener más de dos mil obras. Entre las que he vendido, más las que han quedado en España.; son un montón.
-¿Si tuviese que describir con una sola palabra todo su trabajo artístico, cuál sería?
-Es difícil. Yo creo que la describiría con una palabra con la cual, sin eso, no se puede hacer nada que es la pasión.
Sin pasión, no se hace política, no se hace un buen trabajo, no se hace obra. La pasión es lo que nos mueve. La pasión es entrega. Yo creo que la definición sería esa: ser apasionado. Pasa en todos los rubros. Cuando se muere la pasión, se destruye uno.
-¿Se considera un artista comprometido con su tiempo?
-Si. No sé si bien comprometido o mal comprometido, pero comprometido en sí. Yo creo que el artista válido es al artista social desde la historia.
En nuestra América, el muralismo mexicano pretendía, por ejemplo, que la gente, a pesar de ser analfabeta, conozca su historia, su identidad nacional. Entonces, armaron un proyecto estético que, a la vez, era educativo.
Todos esos murales fueron pagos, iguales que los murales del Renacimiento. ¿Qué quiero decir con esto? Que había un proyecto social y que fue exitoso. Por eso creo que no hay manera de hacer un arte que no sea social. El arte, en general, es peligroso porque es desestructurante. No es casual que en la escuela primaria no se estudie arte. En la secundaria es lamentable lo que se hace y en el nivel universitario hay una mirada privilegiada hacia el afuera. Una mirada eurocéntrica.
El otro día hablaba con mi cuñado de esto. Porque él tiene una fundación en la que trabajan con el tema de las adicciones. Es un tipo muy comprometido. Él perdió un hijo por las adicciones. Entonces, él trabajó mucho con los chicos y la otra vez me dijo algo que me impactó: “Nada sirve. Porque la única manera de salir adelante con un largo alcance es la prevención”. ¿Y que quiero decir con esto? Que se debe trabajar desde la prevención con los chicos y con las familias y no hay nada de eso. Ponen guita en instituciones donde los encierran y los tienen ahí. Ponen guita en la rehabilitación y no en la prevención.
Nosotros tenemos un ejemplo clave en la Universidad de Lanús, de que a partir de que se hizo la guardería, se multiplicaron la cantidad de chicas que asisten.
Y yo creo que con el arte pasa lo mismo. Hay que empezar a prevenir en un sentido de que amen lo propio, de que amen a sus artistas, que empiecen a amar la cultura originaria. La otra vez me puse a investigar sobre la cerámica diaguita y la verdad que es impresionante. Yo creo que el arte necesita rever todo eso y tener otra formación.
-¿Cómo atraviesa lo político en su arte?
En principio yo creo que todo arte es político porque es una manera de expresión y de comunicarse empáticamente con el otro. Siempre se confunde esta cosa de lo político y lo partidario. La política es todo. No se puede ser a- político; se puede ser a-partidario.
La política es la esencia. Bueno, esto es política. Que estemos acá, en un encuentro de diferentes pensamientos, pero bueno, siempre hay un punto de convergencia en el que se construyen otras cosas.
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